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lunes, 24 de septiembre de 2012

ELVIS PRESLEY Y LA CONTRACULTURA DEL ROCK & ROLL

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Según el crítico televisivo de los cincuenta John Crosby, Elvis Presley era un “inenarrable intérprete joven vulgar y sin talento”. Mientras tanto, la revista Time advertía en 1956: “Sus caderas se balancean sensualmente de un lado a otro mientras que su cuerpo se mueve frenéticamente, como si se hubiera tragado una ametralladora”. El productor Phil Spector, por su parte, dijo: “No tienen idea de cuán grande es, realmente no saben.” Asimismo, Bob Dylan planteó que “Cuando escuché por primera vez su voz, supe que yo jamás trabajaría para nadie; y nadie sería mi jefe… escucharlo fue como salir de la cárcel”. Rod Stewart opinó que “Elvis era el rey. Gente como yo, Mick Jagger y muchos otros simplemente seguimos sus pasos”. “Si no fuera por él, no sé qué hubiera sido de la música popular”, pensó Elton John. James Brown, por otro lado, reflexionó: “espero encontrármelo en el cielo. Nunca habrá otro hermano del alma como él.” John Lennon sentenció simplemente que “Antes de Elvis, no había nada”.
Estas opiniones y reflexiones construyen el significado que adquirió Elvis Presley a lo largo de la historia de la música popular. Su aparición constituyó una revolución en la industria cultural norteamericana que luego se hizo mundial,  no porque hubiera inventado el rock & roll (ya que ciertamente no lo hizo) sino porque desarrolló un estilo personal que consistía en cantar fuerte y claro, acompañar el ritmo con el cuerpo de una forma nunca antes vista y dotar a la música de una pasión excepcional que era impropia de los cantantes blancos. En resumen, fue el primero en agitar las caderas y el público blanco quedó pasmado. Las reacciones no tardaron en surgir: los medios dominantes, indignados, lo calificaron de vulgar, inapropiado y hasta de maniático sexual.
Ahora bien, como dijo Dylan, para el espectro joven esto significó una expresión de libertad: el hecho de que los padres detestaran al extravagante músico de Memphis y a sus correligionarios trazó una línea entre la sociedad conservadora norteamericana y la juventud rebelde que se negaba a perpetuar las formas y las costumbres que se les imponían. Luego de la segunda guerra mundial empezó a gestarse una contracultura en Estados Unidos, que se manifestó primero en grupos minoritarios y luego floreció masivamente a mediados de los '50, y las industrias de comunicación masiva no tardaron en aprovecharla para crear modelos con los cuales los adolescentes pudieran identificarse. Así se popularizó el concepto de rock & roll (que no fue otra cosa que el término que utilizó el disck jockey Alan Freed en 1952 para rebautizar ante el público blanco al rhythm & blues, género existente desde los '40) y también surgieron personajes icónicos, como fue el caso de Elvis. Hollywood, por su parte, inmortalizó las figuras de Marlon Brando y James Dean en las películas The wild one (¡Salvaje!, 1954) y Rebel without a cause (Rebelde sin causa, 1955) respectivamente, como ejemplares de la nueva tendencia. De esta manera, la segregación racial también fue desafiada, ya que el público blanco comenzó a interesarse por las bandas negras de rock & roll, así como Presley también gozó de éxito comercial entre la población negra.
Lo que vino después es historia. Elvis fue tal vez la imagen más representativa de la primavera del rock & roll, que como tal, debió llegar a su fin y dar lugar a nuevos estilos y tendencias que siguieron dándole forma al género. Aún así, la incesante actividad del Rey en sus años de mayor éxito fue suficiente para la construcción del mito: hoy contamos con innumerables imitadores e infinitas versiones de sus canciones. Phil Spector estaba en lo cierto: es imposible determinar su grandeza, porque su leyenda crece todos los días un poco más.  
Juan Irurueta.-

1 comentario :

Javi. dijo...

Interesante reseña! Como dijo el bueno de John, “Antes de Elvis, no había nada”.