Seguinos vía Facebook

Buscanos en Facebook como Secuencia Inicial y agreganos a tu perfil, compartimos videos y novedades.

martes, 22 de mayo de 2012

AL JAZZ NO LE PUEDO DAR MÁS QUE AMOR, entrevista a Barbie Martínez

Desde hace un par de años, Barbie Martínez viene abriéndose paso entre lo mejor de la nueva y revitalizada movida del jazz local. Ella es una talentosísima cantante que ama con locura su profesión. Una chica que un día dejó   el Profesorado de Inglés –casi finalizado- que estaba cursando en el Lenguas Vivas para ir detrás de su sueño: ser vocalista de jazz. Y, la verdad, no le fue nada mal... Hoy, casi 10 años después, la tenemos en plena actividad, con un brillante disco solista  editado en 2010, y metida en muchos más proyectos en ciernes, además de dedicarse a la actividad docente. Formando y no dejando de formarse, lo suyo es un trabajo lleno de disciplina y profesionalismo, no deteniéndose nunca, para no anquilosarse jamás. Además, Barbie es una chica simpática y humilde que, a pesar de tener sobradas cualidades técnicas, no se la cree ni ahí. Cero fachada. Algo verdaderamente difícil de encontrar hoy en día, ¿no? Nos dimos cuenta de esto cuando fuimos a visitarla a su casa en Colegiales, un sábado a la tarde, y charlamos largo y tendido sobre su carrera, sus gustos, idas y venidas. Una charla amena y, verdaderamente, sin casete. Como no podría ser de otra manera...
Por Emiliano Acevedo.- 

ME ENCANTA ESTAR AQUÍ CON EL JAZZ...

¿Cuáles fueron tus inicios con la música?
Desde chica me gustó mucho la música, sobre todo cantar. Cantaba siempre en las reuniones familiares, aunque venía de una familia en la que no se escuchaba música. Después, estuve en el coro del colegio desde cuarto grado de la primaria hasta quinto año del secundario. Esa fue una experiencia muy copada, no sólo por el trabajo que hacía en el coro sino también por poder conocer varios repertorios de un montón de géneros y estilos. El hecho de cantar un montón, a todas horas, y que me gustara tanto, hizo que le dijera a mis viejos, cuando tenía 17 años, que quería dedicarme a estudiar canto. Ellos aceptaron, y ya una vez estudiando, mi profesora de canto me empezó a mostrar diferentes géneros para que viera en cual de todos quería profundizar mi aprendizaje. Así es que en un momento dado me hace escuchar a Sarah Vaughan haciendo “The Shadow of His Smile". Ahí, yo me quedé muy impresionada porque no había escuchado algo así jamás. Fue amor a primera vista. Rápidamente, me gustó todo de Sarah. El nivel técnico de su voz, su creatividad, el sonido, su libertad al cantar... Entonces, le pregunté a mi profe: “¿Qué es esto?” Me dijo: “Esto es el jazz”. Y como yo no conocía aun el género, también le pregunté como podía hacer para escuchar más jazz. Yo ya conocía estándares pero no sabía que eran parte de ese repertorio. Ahí fue que ella me recomendó que fuera a comprarme un par de discos de Ella (Fitzgerald) y de Sarah. Eso fue lo que hice, y a partir de ahí me volví totalmente fanática del jazz, y me pasé los siguientes dos años estudiándome esos discos de memoria. Luego, también me enamoré del estilo de Anita O´Day, quién junto a Sarah se convertirían en mis dos cantantes preferidas

Y alguno de sus discos se habrá vuelto tu favorito, también...
Sí, uno que me marcó, y que estudié durante mucho tiempo es How Long Has This Been Going On? (1978), de Sarah Vaughan. Ese álbum tiene un swing que no se puede creer, y un nivel de creatividad vocal y de acompañamiento impresionante. Es uno de esos clásicos para “tragárselo”, aprenderlo de memoria, y disfrutar a morir. Otro que también me gustó muchísimo, por otras razones, aunque también tiene un swing tremendo, es Anita Sings the Most (1957), de Anita O´Day. En este discazo prima la reinterpretación. Justamente, Anita era una reina de la reinterpretación, y ese es otro álbum que me estudié en su totalidad, durante un año entero, hasta llegar a aprenderme de memoria cada uno de sus solos.
     
En resumen, no te desviaste más de ese camino...
Totalmente. Yo siento que mi relación con el canto es plenamente vocacional. El canto me apasiona a un nivel muy grande, es algo que no experimenté con ninguna otra cosa de la vida. De hecho, para mis viejos que yo decidiera ser cantante, y se los comunicara, fue un poco fuerte en su momento pero yo sentía no me quedaba otra, ya que no podía renunciar a eso que me daba felicidad, y por eso decidí llevar adelante esta vocación como pudiera. Me metí en el jazz sin conocer músicos, sin conocer a nadie del medio. Esto lo tuve bien en claro desde los 19 años, cuando empecé a cantar standards y ya no quise cantar otra cosa. Amo toda la música que esta bien hecha, me encantan un montón de cosas, pero a partir de ahí sólo quise profundizar todo lo relacionado al canto en relación con el jazz.

Aparte, no creo que tus viejos se hubiesen imaginado que ibas a elegir como carrera el ser cantante de jazz...
Claro. Sin embargo, cuando yo terminé el colegio secundario aun no sabía “cual era mi vocación”. En realidad, te lo digo así (entre comillas) porque yo ya sabía que quería cantar pero no tenía la certeza de que hubiese una posibilidad de poder dedicarse a eso. Por eso empecé a estudiar el Profesorado de Inglés en el Lenguas Vivas, y al mismo tiempo seguía estudiando canto. En ese momento, mi profesora, Cecilia Escudero, me propuso integrar su trío vocal. Esa sería mi primera experiencia más profesional en el canto. Yo ya venía haciendo cosas con un grupito de gente más amateur, pero con ese trío comienzo a cantar junto a músicos más profesionales.

CUERPO Y ALMA

A la hora de largarte a cantar en forma profesional jazz, ¿cómo fue la recepción que tuviste en el medio de parte de otros músicos más experimentados siendo vos tan chica?
Los primeros músicos con los que toqué, en el año 2003, me decían hasta como me tenía que vestir para ir a los laburos, ¿entendés? Me aconsejaban que me vistiera con un vestido negro, zapatos stilettos negros, etc. Me tiraban toda la data, me aconsejaban; fueron muy solidarios conmigo cuando recién empezaba. Debido a eso, por un lado, a los músicos de jazz les debo todo, los amo, porque hoy me siento cien por cien aceptada; pero también reconozco que existe un cierto prejuicio hacía las cantantes femeninas. Es como que el lugar te lo tenés que ganar vos, digamos. Yo tuve la suerte de empezar a tocar con Angel Sucheras, en el 2004, y él me daba un montón de consejos. Angel me ayudo muchísimo mostrándome muchos temas y versiones distintas, a su vez, yo me la pasé estudiando todos esos años un montón a partir de esa data que él me daba. Por suerte, también tuve en todos estos años de carrera la oportunidad de tocar con un montón de músicos excelentes, y yo siempre tuve la tesitura de ver que podía aprender en cada una de estas experiencias profesionales, tratando de escuchar lo que hacían, cual era el código propio de los músicos. Todo eso es importarte para integrarse, y no convertirse en una cantante insoportable para los músicos que te acompañan. Además, en Argentina es muy difícil ser cantante de jazz porque no existen escuelas para cantantes. Por ejemplo, está el Conservatorio Manuel De Falla, un lugar de formación impresionante para músicos pero que no tiene ninguna carrera enfocada en la voz. Por eso el camino del cantante es mucho más solitario y, a veces, nos cuesta mucho a la hora de integrarnos a los demás músicos.  
  
Cómo se hace para versionar temas que ya han interpretado otras cantantes antes, ¿hacés para imprimirle a cada composición tu propio sello?
Eso es lo que más me gusta hacer porque lo que más me copa del jazz es lo relacionado con la creatividad. Uno tiene que intentar plasmar su propia mirada sobre esa historia. Es un proceso que, en realidad, está relacionado con ser uno mismo. Es algo simple y complejo, al mismo tiempo. Todo se trata de plantear la historia a tu público a partir de lo que uno siente de acuerdo a cada tema o problemática. Por eso creo que, como interprete, hay que ser –si se puede- honesto, abierto, no pretencioso, tomar riesgos, y conectarse mucho con lo que sucede en ese momento. Haciendo eso, por lo general, cada cosa que plantees será solamente tuya, porque no habrá ningún otro interprete que pueda hacerlo de la misma manera que vos. Por otra parte, existe una parte del proceso que se vincula al estudio. Por ejemplo, ahora mismo estoy preparando un par de proyectos discográficos en los que, una vez seleccionado el repertorio de canciones que quiero hacer, me armo un play list para escuchar todas las versiones que haya de cada una de estas composiciones. Luego de eso voy a ir tomando elementos, características esenciales, de cada uno de estos interpretes; concretamente, recursos técnicos específicos que me puedan llegar a gustar, y eso va conformando un lenguaje, del cual, en principio, uno se apropia artificialmente, y luego pasa al área del subconsciente. Por eso, a la hora de hacer un tema, vienen a colación todas las versiones de ese tema que ya escuchaste, las ideas de todos los demás interpretes sumadas a tu propia experiencia, y de ahí sale algo. En mi caso, canto cada tema millones de veces, de diferentes maneras, como para explorar y ver que me gusta y que no, y que me puede llegar a servir. Así, puedo ir llegando paulatinamente a cosas que me gustan o que me parecen que funcionan. Luego, también está el trabajo grupal porque a mí me interesan mucho las ideas de cada uno de músicos que me acompañan en mi proyecto. Mi ideal es tener un espíritu improvisativo pero si no hay un montón de preparación previa es imposible llegar a eso.

¿Cómo pensaste tu primer álbum Swing! (2010)?
Simplemente, quise mostrar un poquito de cada cosa que conformaba el material que había trabajado hasta ahí, durante los primeros años de mi carrera, para que hubiera un amplio abanico de mis facetas como cantante. Canté temas con melodías poperas, hubo también blues, standards más tradicionales, temas más complejos vocalmente, y otros más intimistas. Traté de formar un repertorio bastante variado. Por el contrario, ahora que soy un poquito más grande, y ya enfocada en los próximos trabajos que voy a encarar, elegí interpretar otros temas que hablan de cosas con las que me siento más identificada. Como siempre, interpretar canciones que me encantan pero, a la vez, explorando su trasfondo, el mensaje que hay por detrás, la historia que tiene para contar cada uno de los temas. 

¡TU HAS CAMBIADO!

¿Qué opinión tenés acerca del presente del género jazzistico nacional?

Yo siento que cada vez hay más gente interesada en el género, y eso tiene que ver con qué cada vez hay más músicos haciendo jazz, y con la proliferación de festivales. Porque, dentro de la supuesta fragmentación cultural e individualismo social actual, también hay un montón de jóvenes que tienen ganas de encontrarse consigo mismos, y poder elegir. Entonces se preguntan: “¿Yo que quiero hacer, qué quiero escuchar?” Hay muchas personas que ya están cansadas de que les den productos prearmados, digitados. Por eso aparecen muchas páginas (en la web) dedicadas al jazz, y va surgiendo mucha gente especializada que tiene muchas ganas de apoyar la movida. 

Además, si te podés a analizar, el jazz es una música bastante accesible. Hay muchos shows gratuitos, festivales, así mismo los espectáculos pagos son más baratos que los de otros géneros...
Tal cual. Ir a ver jazz es más barato que cualquier otro género de la música popular, más barato que ir al teatro o al cine. ¡Vayan a escuchar jazz! (risas) Yo siempre le digo a mi público, luego de terminar cada show: “Gracias por apoyar al jazz, y a nuestros músicos locales”. Porque, me parece, en Argentina tenemos músicos muy talentosos, muy preparados, y no tienen la oportunidad de ser conocidos en su junta medida. Y esto también tiene algo que ver con la gente de acá. Por ejemplo, el otro día estaba presenciando una charla en la que decían que los brasileños consumen un 80 % de música hecha por artistas locales. Imaginate, si acá pasara algo parecido, y la gente se copara, apoyando a los músicos locales. No tengo dudas que eso también haría que el género siguiera creciendo. Lo que sigue siendo una cuestión insalvable para los músicos es lo relacionado con las tocadas en vivo. Porque hay muy pocos lugares para tocar, y te ponen muchísimas trabas para hacer shows, y eso es un problema.

Eso que decís también es común entre los músicos de rock, quienes te dicen que, después de la tragedia de Cromañón, se volvió muy complicado conseguir lugares para tocar, y demás...
Tal cual, en el jazz es igual. Yo, en una época, laburaba mucho cantando en restaurantes. Ese laburo, hoy por hoy, no está más. Eso es así porque es imposible que esos lugares puedan pagar los viáticos. Porque, ¿cuánto te tendrían que pagar los dueños para que a vos te rinda ir a tocar en un restaurante? Los restaurantes tampoco tienen tanto resto como para solventar música en vivo. Sólo se podría hacer en lugares que cobraran los platos muy caros. Además, está el problema de las inspecciones, y las trabas que les ponen a los locales. A mí me ha pasado mil veces el estar tocando, y que me dijeran: “Escondete atrás de la cortina porque viene el inspector...” Y eso es un garrón. O que el dueño de un restaurante, en el que venía trabajando hacía ya dos años, me dijera: “Mirá, vamos a terminar el ciclo porque tengo a los inspectores, todo el tiempo, respirándome atrás de la nuca. Me piden un montón de papeles, autorizaciones...” Es genial que haya gente haciendo música en todos lados, como ocurre en otros piases. Hay que revalorizar toda la cosa cultural nacional, como te decía antes; pero está claro que si a los tipos les ponen tantas trabas para tener músicos tocando en sus lugares, les termina conviniendo poner un CD, y listo. También está el problema de la Ley de la Música. Porque ésta es una actividad que todavía no está regulada en su justa medida. También es cierto que es muy difícil regularizar todo porque hay diferentes niveles de músicos, diferentes tipos de boliches para tocar, porque no es lo mismo tocar en un bar que en un hotel cinco estrellas o en un casamiento. Obvio que, si vos te metés en el Sindicato de Músicos vas a ver que hay un régimen tarifario y todo eso; sin embargo, estaría buenísimo que nuestra profesión esté bastante más organizada en lo que respecta a todo eso. Que el hecho de ser músico realmente sea un laburo más. Por eso antes te hablaba de lo buenisimo que está que florezca un despertar general entre la gente, porque eso también generaría cambios y, seguramente, llevará a regularizar ciertas cuestiones de la profesión.  

 Y en tu caso particular, ¿cómo hacés para vivir de la profesión? ¿También das clases particulares?
Sí, doy clases de canto, y me encanta; pero a mí lo que más me gusta es cantar en vivo. Entonces, sí, vivo un poco de las dos cosas. Ahora, si fuera por mí, me dedicaría sólo a hacer shows en vivo, y a trabajar como sesionista, ponele; ir, y grabar un par de temas determinados para tal disco. Eso sería lo ideal. Sin embargo, todo lo relativo a esta profesión es interesante, mismo la actividad docente. Para mí, el estudiar la voz de alguien también me sirve mucho porque me da varias herramientas para desarrollarme como profesional.

Dentro de este panorama, ¿cómo es el hecho de ser músico independiente? ¿Vos, cómo te la arreglás? ¿Tramitas tus propios shows o tenés un manager?
Bueno, el hecho de que haya tan pocos boliches para tocar jazz, mientras hay tantos músicos excelentes, te obliga a remarla un montón para acceder a tocar. Ese fue mi caso, durante un montón de años, y ahora, de repente, por suerte accedo a tener fechas. Ese es el caso de todo el mundo porque, justamente, todos tenemos que llevar nuestro material para que lo conozcan porque nadie tiene manager, ya que es muy difícil poder tener un representante que piense como vos, que sea consecuente con lo que vos querés hacer, y porque también me ha pasado el hecho de conocer gente que me quería producir pero a cambio de que yo hiciera música pop. Todo bien, pero a mí no me interesa hacer eso, ¿entendés? Será por mi costado rebelde, no sé, pero a mí me gusta tomar mis propias decisiones en mi carrera. Prefiero hacerlo todo a pulmón, consiguiendo mis propias fechas para cantar. Por ejemplo, en el caso de mi disco, sin el apoyo de los músicos que me ayudaron, con su compromiso y generosidad, yo no lo hubiese podido hacer. Pero todo fue una movida iniciada por mí, desde los tramites hasta conseguir a la diseñadora y decirle como quería que fuera el arte de tapa. Después, decidí sacarlo por la UMI (Unión de Músicos Independientes), y, una vez editado, contacté yo misma a la prensa para presentarlo. Afortunadamente, debo decir, todo el periodismo tuvo excelente onda y me hicieron muy buenas críticas. Pero nada de eso hubiera ocurrido si yo no hubiese ido a las casas de todos los periodistas a darles mi material, ir a todos los diarios. Grabar un disco es muy caro y yo me lo auto financié, un poco con la ayuda económica de mi viejo, y luego se la fui devolviendo poco a poco. Además, como siempre dice un amigo mío, hoy hacer un disco funciona como una tarjeta de presentación cara. Porque, aunque, por suerte, yo vendí muy bien este primer disco, también tuve que aprovechar para dárselo a un montón de periodistas y músicos a los que yo me interesaba mucho que conocieran lo que yo hacía. O sea, la movida de prensa la hago yo, no me la organiza nadie. Tengo que promocionarme a mi misma, y después de la distribución del álbum se encarga una pagina de Internet que se llama sitemusic, ellos fueron los que me pusieron el disco en un montón de lugares. Aunque, obviamente, para nosotros los músicos siempre va a ser mucho mejor vender nuestros discos en los shows que hacerlo en las disquerías. Eso también es otra cosa que me gusta del hacho de ser músico independiente porque aunque sea más sacrificado -al no tener una compañía por detrás, apoyando tu producción-, en la autogestión las decisiones las tomás vos.

NO TAN FACIL...

¿Por qué tardaste más de un año (desde que terminaste la grabación) hasta poder editar este álbum?
Porque me pasó de todo. Esa fue una experiencia muy traumática. Tuve unos inconvenientes con el estudio con el que lo grabé. Es algo muy difícil. Tenés que encontrar las personas ideales para trabajar, y a veces –este fue el caso-, eso no se consigue. Por eso, si te fijas, ni puse en donde lo grabé... (risas) Tuve un par de problemas groseros con el estudio, y no me querían dar el disco. Yo les había pagado por adelantado, y después me querían pedir más guita. Por eso: ¡Nunca paguen por adelantado! (risas) Jamás lo hagan, porque es lo peor que pueden hacer. Yo fui muy confiada, y después eso me jugó en contra. Además, cuando por fin logré sacar mi disco de ese estudio, lo tuve que mandar a mezclar a otro lado. Por eso perdí tanto tiempo. Pero, bueno, también todo esto se debió a la falta de experiencia que yo tenía, y al hecho de estar haciéndolo sola, porque hubo un montón de pasos que yo podría haberme ahorrado para hacerlo más rápido. Igual, fue una experiencia que me enseñó muchísimo, y que me sirve ahora de cara a realizar mi segundo álbum.


En tu primer álbum, ¿cómo delineaste el repertorio que ibas a hacer?
Quise mostrar un abanico bien variado de temas incluidos en el material que venía haciendo hasta ese momento. Por ejemplo, clásicos como  “I´ ve Got the World on a String”, “Body and Soul” o “You´ve Changed” (el bonus track que hago junto a Angel Sucheras en piano). Más tarde, agarré a mis amigos músicos, y ellos también me sugirieron temas, como fue el caso del contrabajista Damián Falcón, quién me dijo que versionara “Dat Dare” y “Twisted”, que son dos temas un poquito más originales, y que me encantaron. En sí, terminó siendo un repertorio variado en el que quedaron temas que yo había cantado millones de veces como “My Foolish Heart” u otros como “Lullaby of Birdland” que no había hecho nunca. También, el haber trabajado tantos años con Angel me había dado flexibilidad y apertura, es decir, yo no soy una cantante que tiene un show armado con diez temas y es sólo eso lo que hace, sino que soy de cantar lo que surja, y me ha pasado mil veces armar un show con criterio pero siempre innovando sobre la marcha. Por eso, a la hora de grabar, lo quise hacer de la misma forma: armar mi disco como si fuera una tocada en vivo. De ahí viene ese contraste con los tempos y todo eso. Una vez grabados todos los temas, elegí el orden en el que iban a ir pero sin dejar de ser un proceso bien espontáneo.  

AMOROSA MUSICA MIA EN SWING

¿Qué colegas cantantes te gustan?
Muchas. Bueno, varias de ellas son amigas mías. Como este es un circuito muy chico, todas nos conocemos. Yo voy a escuchar a todas mis amigas, y ellas vienen a escucharme a mí. Hay bastante camaradería entre nosotras, y eso está buenísimo. Hay mucha gente muy buena en este ambiente. Por ejemplo, Deborah Dixon, a quién amo y admiro mucho. Ella es super generosa. Me acuerdo que, cuando tocaba con Angel, yo siempre los iba a ver, y Deborah me invitaba a subir a cantar un tema, aunque yo recién empezaba y me ponía re nerviosa. Tanto cantando blues como jazz, creo que Deborah debe ser una de las mejores cantantes que tenemos en nuestro medio. Después también está Ayelén Zuker, una cantante que aunque no hace específicamente jazz, ya que es más soulera, tiene una voz que me vuelve loca. De la generación anterior, también tenés cantantes de jazz buenísimas como Livia Barbosa, Laura Hatton, y gente más joven como Ligia Piro, Delfina Oliver, Karol Bayer, Julieta Kidman... Todas ellas hacen cosas super respetables. También Sol Crespo y Majo Robledo... Lo bueno es que todas estas cantantes que te nombro tengan propuestas super interesantes y, además, tan diferentes entre sí.

Y entre los cantantes masculinos, ¿cuáles son tus preferidos?
Mirá, si bien existe una cuestión de identificación con el registro que hace que me gusten más las cantantes femeninas -en donde te puedo nombrar como 50 diferentes que me vuelven loca- también hay un montón de cantantes masculinos que me gustan mucho. Por ejemplo: Chet Baker, Louis Armstrong, Johnny Hartman, Joe Williams, Jimmy Scott; esos son los que más escucho.

En tu caso particular, luego de pelearla tanto para sacar tu disco, debió ser gratificante cuando empezaron a llegar los reconocimientos, y aparecen las menciones, tanto del público como la crítica, que te nombran como la mejor cantante del año, y demás...
Sí, más vale, porque fue (y es) un camino de mucho esfuerzo en donde siempre tuve que confiar en algo que no sabía si iba a llegar a buen puerto. De cualquier forma, todo el tiempo estuve muy confiada en lo que apostaba, creía en esto. Me acuerdo siempre lo que me dijo un músico amigo, una vez que estaba pasando un momento crítico en donde no me alcanzaba la plata para pagar el alquiler, y yo pensaba: “Ok, me encanta lo que hago pero, ¿cómo pago el alquiler?” Entonces, mi amigo me dijo: “Barbie, tu relación es con la música. Y esto corre para todo en la vida. Corre para los halagos –que a todos nos gustan- pero también corre para las críticas, lo económico, y corre también para cualquier mal habito de tu carácter que se interfiera con la música, llamase neurosis o lo que sea. Lo que tenés que tener bien en claro es que todo aquello que te aleja de la música a vos no te sirve”. En resumen, los reconocimientos me encantan, y me sirven –en lo que se refiere en tener más prensa y que te conozcan más personas- pero, por otro lado, nada de eso supera a mi interés por la música, que sigue siendo lo más importante de todo.

¿Cuáles son tus proyectos para el futuro inmediato?
En principio, lo que quiero hacer este año es grabar, y después voy a ver como edito todo eso. Por ejemplo, junto a Angel hace mucho que tenemos la idea de hacer un disco juntos de piano y voz. También –y esto es algo que aun no dije-, voy a grabar un disco en vivo en Thelonius en agosto. Con eso estoy muy copada porque es un proyecto muy diferente a grabar uno en estudio. El espíritu de un registro en vivo es muy cálido, y también es muy interesante como entran  en juego allí otras variables. Por eso es un desafío enorme. Bueno, eso, grabar y seguir tocando mucho en vivo, también. Además, hay otro proyecto que me encanta –y del que ya participé el año pasado- que se llama Córdoba Jazz Camp. Un campamento que se hace todos los años en Córdoba, durante una semana en las vacaciones de invierno, donde van músicos increíbles de todos los instrumentos y muchisimos alumnos. En ese lugar se respira un espíritu jazzistico total, desde que te levantás a las ocho de la mañana hasta que te vas a dormir muy tarde en la noche. Es un espacio en donde hay una rutina de estudio muy intensa. Además, los chicos tienen muchas oportunidades de tocar, y es un lugar en el que yo como docente también aprendí un montón. Sin dudas, es una experiencia educativa alucinante en donde vivís la música a pleno. El año pasado hubo 70 alumnos llegados desde todo el país, y hasta de Chile. Todos los días hay clases, clínicas e improvisaciones de cada instrumento. 
Secuencia Inicial.-

3 comentarios :

Anónimo dijo...

Barbie admiro tu pasión!! Ojalá todos podamos tener tan clara nuestra vocación, a veces sería mas sencillo el día a día... Se te escucha tan feliz! Te quiero, Nachi

Anónimo dijo...

Barbie te fui a ver y escuchar gracias a Ricardo Salton del programa Asi de Simple.Elegi las entradas para conocerte y disfrutar de tu talento-Tengo que decirte que despues de escuchar jazz hace mas de 40 años y,haber escuchado bastantes cantantes de aqui y de mas alla,creo que SOS la MEJOR,y con un espacio mas de crecimiento por tu edad,realmente impresionante,Te dedeo lo mejor y poder seguir escuchandote en lugares pequeños que consudero los mejores para esta musica.Claro que espero que llegues a lugares mas grandes y mas masivos,pero los reductos tienen una coneccion que en lugares grandes yo la pierdo.Un abrazo y gracias.

Anónimo dijo...

abriendose paso? por favor el acomodo en el ambito del jazz local es tremendo, viendo la grilla de los festivales son siempre los mismos, y esta chica es una de las figuritas repetidas de siempre