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lunes, 17 de octubre de 2011

LA VIDA ACUATICA DE ANDRES RUIZ, entrevista.


Andrés Ruiz es uno de los más interesantes cantautores argentinos de rock surgidos en la última década. Su obra intimista, sutil, oscura y miscelánea, nos habla de sus influencias, allí donde resuenan los ecos del Peter Hammill de Van der Graaf Generator, o los temas más tranquilos de la Velvet Underground. Introspección musical total y absoluta. Por eso no fue nada casual que mientras tuvimos esta charla, de fondo, se escuchaba la voz de Hammill resonando en Still Life (1976), el clásico álbum de VDGG. Todo esto ocurrió en su departamento de Floresta, en donde nos encontramos para charlar de su carrera y sus gustos musicales, o, simplemente, del arte en general. Discos viejos, vinilos, un noble pasacasete ochentoso, su gata juguetona, y una biblioteca generosa en clásicos de autores universales forman parte de su mundo, y ese fue el entorno de este dialogo, matizado por un café con leche y galletitas, que compartimos un jueves a la tardecita.

Por Emiliano Acevedo.-

Fotografías: Andrea Asturiano.

30 INVIERNOS

¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Yo soy baterista, ese fue mi primer instrumento. Con la batería tuve mis primeras experiencias, desde los 14 años, tocando en grupos, de varios estilos diferentes: rock, pop e incluso heavy metal. En mi casa siempre hubo instrumentos –pianos, teclados, guitarras- porque mis hermanos también son músicos, y nos poníamos a tocar. Así quedesde chico, que me ponía con la guitarra, o el teclado, –a pesar de no haber estudiado esos instrumentos- a boludear, a inventar canciones. Tanto la guitarra como el teclado fueron claves en mi vida para empezar a forjarme como compositor, porque en todos los grupos en los que toqué la batería –por lo general- también compuse mucho. Si hubiese partido solo desde la batería, este desarrollo compositivo me hubiese costado más, porque no es un instrumento que se preste para realizar eso. En resumen, toqué muchos años la batería en infinidad de proyectos, hasta que después –un poco por hartazgo, y un poco para enfocarme en otras cosas- quise desarrollarme más como solista. A mí siempre me gustó mucho cantar, así como leer y escribir, por eso creía que la cuestión de la palabra –el tema de las letras- era muy importante. Yo componía muchas canciones pero nunca mostraba ese “decir” que quedaba guardado para mi intimidad. Durante mucho tiempo no me animé a mostrarlo. Por eso, en paralelo a mi actividad como baterista, hice un montón de temas que cantaba en la guitarra, solo, en mi casa. Sin embargo, desde chico tengo claro que quería ser compositor. Seguramente me hubiese gustado formar parte de algún grupo en el que todos fuéramos compositores, que viviéramos la música desde una cuestión de amistad, viviendo en comunidad, pero lo que me ocurrió es verme involucrado en grupos que nunca maduraron, porque no hubo quórum con los otros músicos, todos excelentes -desde el punto de vista técnico-, pero muy colgados, ya que solo le dedicaban su tiempo a la música como si ésta fuera un mero hobby, y eso no era lo que yo querría. De ahí viene ese hartazgo que te decía, por eso recomiendo alejarse de ese tipo de gente, porque te tira todo para atrás, ya que mientras uno quiere hacer cosas, progresar como músico, el no tener gente a tu lado que pretenda lo mismo, te frena… Creo que, a todo nivel, es muy importante el compromiso en la música, el comprometerse a ensayar y demás. He visto gente que no venía a ensayar porque decían que era el cumpleaños de la tía, o te metían cualquier otra excusa…

Tu formación musical, entonces, es solo como baterista…
Sí, ese es el único instrumento que estudié, digamos, de manera “formal”, además de el tabla (un instrumento indio de percusión). Estudié un poco de acordeón a piano, también, pero el instrumento en el que considero que tengo una formación con base teórica es la batería. En lo demás, ya sea guitarra, piano o el canto, lo mío es autodidacta.

Tu hermana (Florencia Ruiz) también es cantautora, ¿tenés algún otro músico en tu familia?
Sí, somos tres hermanos y el mayor (Federico) también es músico, aunque sólo se dedica a esto como hobby. Igual, creo que –a pesar de dedicarse a otra cosa- es el mejor de nosotros tres…

¿Y cómo empezás a largarte como solista?
Porque un chico que tocaba con nosotros en el grupo de Florencia, me empieza a grabar las primeras canciones sin ningún plan determinado. Así comenzamos y seguimos grabando hasta que hago el material incluido en mi primer disco (Amuleto, 2005). Luego, comencé a presentar esa producción, solo, y desde ahí, no paré más.

¿Cómo pensaste el material incluido en ese primer trabajo? ¿Compusiste temas especialmente, o ya los tenías?
Mitad y mitad, tenía muchos temas ya escritos –algunos quedaron-, y otros fueron saliendo durante el transcurso de la grabación. Lo empecé a grabar en 2003, lo termino un año después y se edita en 2005. Previo a esta experiencia ya había realizado un EP (Cosas acostumbradas, 2002) con una ex novia mía, que incluía un par de canciones (utilizadas en una instalación), pero a ese no lo cuento como un disco mío. Ahora bien, si hay algo con lo que nunca tuve problemas es con la cantidad de demos que tengo hechos. Su calidad, bueno, es discutible, pero en lo referente a la cantidad, siempre compuse muchísimo. Por eso, siempre me quedan en cada disco, por lo menos, diez temas afuera.

CONJUGAR LETRA Y MUSICA

Alguna vez, Andrés trabajó en una famosa disquería y librería de la calle Corrientes. Ese fue uno de los tantos trabajos que tuvo que hacer para mantenerse económicamente mientras desarrollaba su labor artística y estudiaba en la universidad. Justo en ese empleo confluyeron dos de las máximas pasiones de Ruiz: la música y la literatura. Actualmente, luego de terminar de cursar la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), durante las mañanas se dedica a realizar trabajos como comunicólogo, dejando las tardes y noches dedicadas a esas dos pasiones primigenias y –por que no- a una charla amena como esta que seguimos compartiendo con ustedes…

¿De que manera la música que escuchaste te influye en tu obra?
Eso varía bastante según los discos. Me parece –incluso varias personas me lo han dicho- que mis cuatro discos son bastante diferentes entre sí. Eso es importante para mí porque habla de mi visión sobre la música. Yo creo que el arte tiene que tener una cuestión “plástica”, en el sentido de que está en constante movimiento y no en un compartimiento estanco. Si no, estaríamos siempre haciendo la misma canción. A veces ves músicos re valiosos que hacen todos álbumes muy parecidos entre sí, y está todo bien, lo mío no es una crítica a ellos ni nada parecido, pero -en mi caso-, yo siempre me aburro de mí mismo y por eso necesito hacer cosas nuevas todo el tiempo. En lo que respecta a mis influencias, éstas tienen que ver bastante con el rock nacional, también hay reflejado un interés por el rock progresivo, por el pop, así como referencias al beat, al folk, a la música experimental… Pero, en todos los discos hay una línea que los une y tiene que ver con cierto nivel de oscuridad de las letras, también evidente en mi manera de cantar…

Mirando tu biblioteca se ve que sos de leer mucho, ¿crees que alguna lectura te ha influenciado a la hora de componer canciones?
Sí, totalmente. En mi inspiración es muy importante la literatura, en algunos casos también es muy importante el cine o, inclusive, cuestiones ligadas a otro tipo de artes. Por ejemplo, ver una pintura o una escultura y que eso funcione como un disparador de letras, también me ha pasado; pero, en el caso de la literatura, mis escritores preferidos que me han inspirado son (Oliverio) Girondo –en especial, en mis primeras composiciones más surrealistas-, Vitold Gombrowicz, (Edgar Allan) Poe… Con respecto a Poe, en mi disco Ruiseñor hay muchas cuestiones inspiradas en sus relatos. Me gusta mucho mezclar lo que tiene que ver con el mito y la cuestión fantástica y vincularlos a lo cotidiano, a las relaciones de amor. A veces termina siendo un poco delirante, como pasó en Los Deudos, mi tercer álbum. A mí me gustan muchísimos escritores, ahora mismo estoy escribiendo un par de letras que tienen que ver con la obra de (el escritor chileno) Roberto Bolaños, como también con John Kennedy Toole (autor de La Conjura de los Necios). Roberto Arlt es un escritor muy bueno en lo que respecta a la oscuridad, con ese juego que tenía con su manejo de la ironía y esa cosa áspera de sus narraciones. Dostoievski también me encanta, así como otros escritores rusos… Creo que lo más importante, para que una letra funcione, sigue siendo no caer en los lugares comunes, dejar siempre una puerta abierta a la imaginación.

Incluso, hiciste un libro de poesías (Los Cinco Minutos del Té…, 2007)
Sí, con poesías ilustradas por Erica Villar (artista plástica, también autora de todas las hermosas tapas de sus álbumes). Hicimos una edición bastante corta –un proyecto artesanal en conjunto con ella- que se agotó rápido, ahora tenemos que ver si hay alguna posibilidad de reeditarlo. Estuvo muy bueno como experiencia, ya que durante muchos años me convertí en fanático de la poesía y había estado escribiendo un montón.

¿Qué grupos del rock internacional actual te gusta escuchar?

Ahora estoy escuchando un poco de Fleet Foxes, y a algunos grupos más conocidos como Los Strokes, Franz Ferdinand, Artic Monkees… También Arcade Fire, otro grupo que ofrece una mixtura muy buena en sus discos, que traen temas con un abanico estilístico amplio que va desde cosas parecidas a lo que hacía George Harrison hasta alguna tipo Pink Floyd. Pero, en general, no soy demasiado seguidor de las bandas nuevas; tengo un montón de discos de rock internacional, pero siempre termino cayendo en los grupos clásicos de las décadas de los `90, `80 y `70…


Siendo baterista, ¿cuáles son tus preferidos?
Me gusta mucho lo que hace Bill Stewart, un baterista norteamericano que ha tocado con los mejores músicos de jazz, así como también me gusta Vinnie Colaiuta. Mis gustos e influencias musicales van desde Steve Gadd hasta Igor Cavalera, imaginate…

¿Volverías a trabajar de baterista, en un proyecto que lidere otro músico?
Sí, totalmente. Cuando encuentre un proyecto que me genere mucho entusiasmo lo haré sin problemas. La batería es un instrumento que me encanta y domino. En el caso de Compañero Asma (el proyecto de Hernán Espejo en el cual, en 2009, participó en la grabación de Guitarra dulce hogar) nos separamos porque cumplió un ciclo, nos pareció que tres años estaba bien para ese trío, aunque sonaba bárbaro. Era una gran banda…

¿Qué es lo que más te gustó de tocar junto a él?
Me parece que Hernán es un gran compositor de canciones y además me gustó el poder volver a la escena de las bandas, tocar en festivales, tocar con Pez, con bandas de Rosario, Mar del Plata… Eso está bueno, salirme un poco del lugar del solista, el tener que estar ahí presente (adelante en el escenario) con la voz, hablar, etc. Participar en una banda como baterista es estar atrás y romper todo, yo cuando estoy tocando batería me saco bastante… Por eso, ahora tengo que reemplazar la batería por un psicólogo, viste, porque cuando tocas el instrumento es como que liberas todas tus angustias y sacás todo lo reprimido.

¿Sos de encontrarte con gente que sólo te conoce por tu actividad como cantautor y que luego se sorprende de verte involucrado, tocando la batería, en otros proyectos, o viceversa?
No te miento, pero eso me pasa todo el tiempo. Hasta el día de hoy encuentro personas que me conocían sólo como baterista y te dicen “che, te vi el otro día tocando la guitarra, no sé adonde. No sabía que también cantabas…”; son pibes que capaz que escuchan todo el día sólo heavy metal, jazz o lo que sea, y no tienen ni idea de que yo también hago canciones, y al revés también me pasa, gente que me conocía como cantante y no sabía que yo tocaba la batería. Me sucedía cuando estaba en Compañero Asma, ya que tanto ese proyecto como el mío solista se movían en los mismos círculos, por eso tocaba en los mismos escenarios con ambos, y el publico no dejaba de sorprenderse de verme realizando dos actividades tan disímiles.

NARRACIONES EXTRAORDINARIAS

En enero de 2010, Andrés grabó su cuarto disco Ruiseñor, un introspectivo y hermoso álbum repleto de sutiles canciones, sendas exploraciones por su micro mundo intimo. Para hacerlo contó con la colaboración de su banda (formada hace tres años) con Nicolás Burotto (guitarra eléctrica), Alejandro Moffardin (bajo) y Lionel Fortunato (batería). Ruiz se encargo de la composición, cantar y además de la guitarra acústica y el piano eléctrico. Este disco tuvo a Gabriel Martínez como ingeniero de sonido y contó con algunos invitados de lujo como Litto Nebbia (voz en “El Bosque de los Años”), Tito Losavio (guitarra eléctrica en “Cuando el Rebaño Quiere Matar”) y Marcelo de Souza (trompeta en “Los Lobos”). Dos años antes, Andrés se había dado el gusto de cumplir un viejo sueño: Grabar un disco de rock progresivo, o mejor dicho, “rock sinfónico”, a secas…

¿Cómo fue el proceso de grabación de tu tercer disco (Los Deudos, 2008) que terminó dando un giro más “progresivo” a tu propuesta musical?
Fue una etapa determinada. Pasó porque el dueño del sello Viajero Inmóvil (que edita a grupos de rock progresivo) -junto a otros medios que gustan de ese estilo- se había interesado mucho por mi segundo disco (Amor Ventrílocuo, 2007) -que incluso tuvo muy buenas críticas en revistas progresivas, algo que jamás me imaginé que iba a pasar-, así que tuve una charla con él, y le dije: “Mirá, yo tengo un montón de temas compuestos, y un par de rock progresivo también”. Y es así, me pasa siempre –cómo te decía antes-, porque vos me preguntas por temas de metal y te digo que tengo 30 compuestos, me decís temas de rock progresivo y tengo 30 terminados en la computadora, me decís temas pop y tengo 100, 50 temas instrumentales, y así… O sea, compongo de todo. Tuve etapas de mi vida en la que no podía parar de componer. Por lo general, mucho de ese material va a quedar en la nada, pero –justamente- esa fue una época en la que empezaba a componer en ese estilo, porque estaba redescubriendo muchos grupos que me gustaron escuchar desde mi infancia: Van Der Graff, Yes, King Crimson, incluso varios grupos argentinos, toda la etapa progresiva y experimental de Litto Nebbia… Y así lo fuimos haciendo, en Viajero Inmóvil se re coparon y lo editamos. Me pareció que estaba bueno, y fue una forma de despedirme de una parte de mi vida, el hacer un disco bien progresivo, algo que uno siempre soñó cuando era chico. Lo veo ahora y pienso que ni loco hoy haría un disco así, tan delirante, pero de más está decir que estoy muy orgulloso de él y conforme por como quedó. Además, a los seguidores de ese estilo les encanta, y eso está buenísimo.

¿Qué tiene de diferente de los otros?
Tiene muchos temas largos, muchas poliritmias, hay muchos sintes analógicos, muchos condimentos bien clásicos del genero. En general, grabé todos los instrumentos yo solo, luego busqué un par de músicos puntuales, pero lo hice casi todo yo.

Luego de este disco progresivo, grabas Ruiseñor, tu último disco hasta la fecha, ¿cuál es tu balance del mismo?
Con este disco la gente se dio cuenta de que así como puedo hacer un buen disco experimental y progresivo, también puedo hacer un disco de canciones, ¿no? Porque muchos críticos me tenían como el cantautor “raro” y, de repente, con la edición de Ruiseñor, muchos medios lo vieron con buena cara porque son canciones pop, bien sencillas, pero sin perder mi complejidad, porque tampoco son temas de dos acordes…

¿Cómo se te ocurrió llamar a Litto Nebbia y a Tito Losavio, para que participen de invitados en el disco?

Porque soy bastante fanático de Litto y era un sueño. Justo una de mis canciones me pareció que era ideal para que participara él, así que lo contacté, y aceptó muy gentilmente. Lo de Tito se dio por medio de un contacto en común que tenemos. Como yo hace bastante que me vengo “rompiendo el culo” en esto –ya que hacer música es muy difícil, porque es más lo que sembrás que lo que cosechás-, de repente pasan cosas como éstas, el darte el lujo de tener de invitados a artistas como ellos, y eso es fruto de un trabajo de años en la música. En muchos casos esto pasa porque tus discos les llegan a varios músicos que uno admira, que te empiezan a conocer. también algo importante que pasó en este cuarto disco fue que logré componer canciones concisas de 4 minutos, con lindos estribillos, con letras más simples; eso era mi desafío, ya que era muy difícil de poder hacer. ¿Cómo se llega a eso? Simplemente, porque previamente pasaste por lo complejo. Son 10 o 15 años de tocar cosas complejas, de leer piezas difíciles, de un entramado muy sofisticado de músicas, ritmos, letras, palabras… Y llegué a esa simpleza que buscaba recién en este cuarto disco, no podría haberlo hecho antes, nunca podría haber sido pautado de antemano, siempre trato de ser espontáneo.


Es como una especie de proceso…
Totalmente, con el tiempo te vas redescubriendo y vas modificando cosas, es como una suerte de auto transformación.

¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Ya tengo un disco nuevo, casi todo compuesto, del que estoy terminando las letras. Ahora estoy buscando un productor, algo hasta ahora inédito para mí porque, en general, todos los discos anteriores los produje yo. Me gustaría que en este disco nuevo haya un productor que me aporte su visión y potencie todas mis ideas. Ahora estoy en un proceso pleno de composición, encerrado muchas horas, con el lápiz, escribiendo letras todo el tiempo. Falta un par de meses para cerrar las letras, pero ya tengo compuestas como 25 canciones nuevas, más o menos; y quizás llegue a la grabación con 40 temas terminados. Mi idea es empezar a grabarlo a fin de año y que salga editado en 2012, algo con lo cual estoy muy contento porque ya tengo un par de canciones muy lindas para mostrar. Va a seguir la veta cancionera y pop de Ruiseñor, pero aun más pronunciada.
Secuencia Inicial.-

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