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jueves, 29 de abril de 2010

JOSH ROUSE - EL TURISTA

En el fondo, Josh Rouse siempre ha sido un turista. Nacido en Nebraska, el músico americano ha vivido en sitios tan dispares como Nashville, Valencia y Brooklyn, siempre dispuesto a intoxicarse con la música que lo rodeaba. Precisamente ha sido en Nueva York donde Rouse ha entrado en contacto con la música latina, aunque posiblemente su casa en el Mediterráneo haya influido, auque mas no sea, en el aire de este nuevo trabajo. En su nuevo disco El Turista abundan las referencias a Stan Getz y Joao Gilberto, a la música cubana, y sobre todo, destaca el aire suelto y divertido. Rouse ahonda en la línea del reciente Valencia EP (2009) e incluso rescata “Lemon Tree” de su Bedroom Classics Vol. 3 (2008), que no será del gusto de los que todavía piensan que lo mejor de su producción se encuentra en Dressed Up Like Nebraska (1998), Nashville (2004) o su colaboración con Kurt Wagner (Lambchop) en el EP Chester (1999). Con auténtico pudor se enfrenta entonces así, a la etapa en castellano de un artista cool. El experimento ha dado tan malos resultados en el pasado que en muchos casos dan ganas de fingir que no existen. Y es que a un seguidor de Josh Rouse le puede hacer gracia que se haya enamorado de una española y se haya molestado en aprender su lengua, prueba de que la cosa va en serio, pero de ahí a que afecte tanto a su carrera artística… Para los más escépticos, al menos el disco empieza bien: con un instrumental, aunque llamado "Bienvenido". La respuesta a por qué el disco medio en castellano de Josh Rouse funciona es muy obvia: Josh parece haberse dado cuenta de sus limitaciones y de lo mal que lo hace en el cover de “Bola de Nieve” de Mesie Julian, donde canta de una forma bastante limitada con frases como: “soy poco social, soy intelectual y chic” o “soy un artista mundial y no digo más “cha cha”". En El Turista el castellano sirve como divertimento, para decir tonterías con las que bailar, no para construir dramas en serio. No parece fruto del azar que las canciones más delicadas, como "Don’t Act Tough" o "Cotton Eye Joe", estén en inglés. Musicalmente, el disco no es tanto una celebración mediterránea, sino que, incursiona en la bossanova y otros géneros sudamericanos, especialmente brasileños pero también cubanos. Y “Valencia” o “I Will Live On Islands” son tan animadas que al final lo del idioma es lo de menos. Pero lo mejor no es que Josh haya conseguido superar las barreras idiomáticas para montar este pequeño disquito playero, sino que, con diferentes tipos de instrumentación sureña, enriquece una carrera que de otra forma parecía condenada a quedarse en el entorno ‘cantautor de folk’. Bien por Josh, pero quiero más....y mejor.
Diego Bochor.






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