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martes, 9 de febrero de 2010

THE FLAMING LIPS - THE DARK SIDE OF THE MOON

Un Lujo. Eso es lo que pensé cuando me entere que The Flaming Lips tenían pensado versionar “The Dark Side Of The Moon”, de Pink Floyd. Y qué decir cuando lo pude escuchar por primera vez en formato digital, ya que es la única forma de poder obtenerlo. Como anhelo que se edite en vinilo... supremo. ¿Se podrían imaginar como quedarían nuestros oídos? ¿Qué cara que pondríamos? Sí, como cuando éramos chicos y nuestros padres nos traían de regalo si se tratase ese juguete tan preciado.
La banda liderada por el gran Wayne Coyne, oriunda de Oklahoma, interpreta esta magnifica obra de arte en su totalidad, contando con la participación de Henry Rollins, Peaches y Stardeath and White Dwarfs (grupo del sobrino de Wayne Coyne, Dennis Coyne). A priori, como decía, ¡pintaba más que bien! Tras su escucha, llegue a la conclusión de que los Flaming Lips hacen uso y abuso de la psicodelia experimental en su máximo esplendor, sin ningún pudor a lo etéreo, a lo espacial, para precisamente, rendir tributo a un grupo que es pionero en la materia. Henry Rollins es el encargado de los diversos monólogos que aparecen a lo largo del disco; Peaches interpreta “The Great Gig In The Sky” de manera soberbia; Wayne y la banda de su sobrino se juntan para interpretar canciones tales como “Breathe” y “On The Run”, con aires más funkies. Con “Time”, los Flaming Lips intentan interpretar la versión original de Pink Floyd lo más similar posible, cosa que no sucede con las demás composiciones. Un punto bajo, quizás es la falta de esa dedicación sonora que se escucha del directo propio de los estudios Abbey Road, donde fue grabado el disco original en 1973. Sin embargo, todas las voces suenan con vocoder y las jams son bien orquestadas. Alguien puso algún tipo de orden ahí para cerrar una magnifica interpretación de una obra mas que fascinante. Cuando nos encontramos con un disco como este, no nos sirve extraer singles o canciones que nos gusten más que otras, sino que, debemos apreciarlo y escucharlo como un conjunto, como un concepto integral y harmonioso. Es una grandiosa pieza que, al menos para mí, es lo que “debe ser” la mismísima música y eso es lo que día a día hace que nazca en mi interior la pasión por investigar más y más, buscando y descubriendo nuevos sonidos que me intentan transmitir un mensaje inigualable. A disfrutarlo.

Diego Bochor.



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